Fuentes orales y escritas
“Desde este punto de vista, la principal crítica o el principal reparo que ponen los historiadores tradicionales
al testimonio o al relato oral es la de su dudosa veracidad. La memoria es selectiva, se afirma, pero además
es siempre “una puesta en escena”, en el sentido que el entrevistado acomoda sus relatos de acuerdo con el
contexto en que se encuentra o de la persona que tiene al frente como entrevistador. Admitiendo que mucho
de esto es verdad, también es cierto que los documentos escritos no están exentos de problemas
semejantes. En efecto, como lo han puesto de manifiesto distintos historiadores, los documentos escritos “no
son mandatos de Dios escritos en piedra, como los mandamientos de Moisés”, sino que han sido producidos
en sus respectivos contextos e intereses de personas o grupos concretos. Por ejemplo, un parte policial con
relación a una manifestación popular, revela normalmente el punto de vista del Estado, de los llamados
“procedimientos policiales”, o incluso, del partido en el gobierno. Pero, yendo incluso más lejos, estos
informes son el producto de actos previos de oralidad. Como indica la historiadora Jody Pavilack:
“... las fuentes escritas, tan queridas por los historiadores, siempre han sido construidas por la mediación de
múltiples actividades humanas y, en el seno de estos procesos humanos, encontramos la oralidad. Los
archivos de tribunales derivan de conversaciones entre jueces, abogados, demandantes y acusados. Los
registros civiles son productos de interacciones orales entre las personas que se casan, que dan a luz bebés,
que mudan de dirección, con las personas que ofician, autorizan, confirman estas actividades en la vida
humana. Los artículos de prensa proceden de variadas formas de expresión verbal, desde las articulaciones
de los participantes en un acontecimiento a su reconstrucción oral por los testigos que las escuchan, y las
posteriores conversaciones entre el reportero y su jefe sobre la conveniencia o no, de que el diario publique
tales expresiones en tal momento. O sea, como nos señala Alessandro Portelli, detrás de toda fuente escrita,
aún la más oficial, encontramos múltiples interacciones orales.
Desde esta perspectiva, podría afirmarse que, en última instancia, todo es oralidad, así como que el
documento escrito no es per se garantía de veracidad, amén de que el problema de “la verdad” en la historia
es un viejo problema respecto del cual hay que reconocer variados puntos de vista. Pero, la historia oral o el
trabajo directo con el testimonio de personas de carne y hueso, ha permitido el encuentro con un aspecto
muy importante de la experiencia humana, que tenía poco espacio en las historias tradicionales: el encuentro
con la subjetividad. Tal vez, este sea el mayor problema para los historiadores tradicionales.”
GARCÉS DURÁN, Mario: “Recreando el pasado: Guía metodológica para la memoria y la historia local”
,ECO, Educación y comunicaciones, Santiago de Chile, Marzo de 2002.
Cuando hablamos de fuentes escritas nos referimos a aquellos documentos que han perdurado en el tiempo
y llegado hasta nosotros en forma escrita en diversos formatos. Ya sea una antigua tablilla de arcilla, un
papiro egipcio, una carta de un soldado a su familia, una inscripción en las paredes de un templo, etc.
Tenemos que tener especial cuidado cuando nos enfrentamos a un documento escrito, ya que no todos
podemos calificarlos como fuente histórica. Por ejemplo, una carta de un soldado a su familia es un fuente
primaria ya que va a contar sus vivencias en el frente de batalla despojado de cualquier tipo de análisis; lo
mismo que un antiguo documento egipcio. Diferente es la situación cuando no enfrentamos a un libro, (que
podríamos catalogarlo como una fuente secundaria), ya que él mismo es una interpretación de las fuentes
que realiza el historiador, cargadas de sus propias preconcepciones.
LA PALABRA COMO
FUENTE
Comprender la Historia
COMPRENDER LA HISTORIA
Web de apoyo al curso
Marta Harnecker reflexiona
sobre el resultado de sus
trabajos:
“De todos modos, hay que aclarar que
mis trabajos no pre-tenden ser la
historia; pretenden dar elementos o
materia prima para una historia en la
cual el historiador tiene que hacer un
estudio crítico de esa materia prima.
Pero considero también que en la
historia es importante rescatar la
subjetividad de los que en ella
participan. Si no se registra lo que los
protagonistas sintieron y soñaron
dicho por ellos mismos, ¿qué
documento podrá llenar ese vacío? Se
cae entonces en el peligro de que la
reconstrucción de un aspecto
subjetivo sea hecha por un es-
pectador que, desde afuera, opi-na y
reconstruye, con el riesgo evidente de
caer en un mayor subjetivismo que el
que se quie-re combatir”
El texto que aquí se presenta consiste
en una entrevista realizada por la
educadora popular brasilera, Mara
Manzoni Luz, en agosto de 1994, a
Marta Harnecker en Memoria oral y
Educación Popular (Reflexiones
metodológicas) por el Centro de
Estudios y Documentación sobre
América Latina en Bogotá, Colombia,
1995.
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ESCRITOS QUE AQUÍ APARECEN.
Veracidad: Conformidad con la verdad.
Subjetividad: De nuestro modo de pensar o
sentir,y no del objeto en sí mismo: “mi opinión
es totalmente subjetiva y los demás no tienen
por qué compartirla”
Contexto: Conjunto de circunstancias que
rodean o condicionan un hecho
Perspectiva: Forma de ver un hecho.